Julio, el pregonero
Santa Clara se quedó sin su pregonero, partió Julio y lo hizo como fue en vida, de forma sencilla. Su cansado corazón se apagó, pero no su poderosa voz, la que anunciaba la raspadura de guarapo, esa continuará escuchándose por las calles de la ciudad, de la provincia de Villa Clara, ubicada en el centro de Cuba.
En los últimos tiempos los cardiólogos le habían recomendado no hacer esfuerzos físicos, eso significaba que no podía cargar con su cajón lleno de raspaduras, pero era un luchador “si no me la echo encima y lanzo el pregón, entonces si me muero”, me comentó una tarde. Santa Clara está triste, ayer la lluvia cayó con fuerza en la ciudad.
El agua que purifica el alma y lo limpia todo. Dicen que cuando un hombre bueno muere, siempre llueve, no podía ser entonces de otra manera. Despedimos no sólo al pregonero, también al combatiente de la columna número ocho al mando del Comandante Ernesto Che Guevara, al hombre que fue torturado, arrancados sus dientes y machados sus testículos durante la tiranía batistiana.
Al que cuando regresó de Angola le propusieron estudiar en una academia militar para obtener un ascenso y todo lo rechazó porque según él, no había luchado por ningún grado, solo quería los que el Che le había otorgado, los de sargento. Después que se jubiló, Julio apareció en las calles de Santa Clara con algo ya olvidado por muchos el pregón “raspadura, de guarapo, batida, con ajonjolí que te guste, que rica está, yo me la comiera tLo dedicaba a los niños. El dinero de la venta lo cambiaba y les compraba caramelos, también los donaba a la sala de oncología del hospital Pediátrico José Luis Miranda de Santa Clara. En las últimas horas le dijimos adiós a Julio Guerra Niebla, el rebelde, el hombre del pregón de la raspadura en Santa Clara, y que no obstante su muerte, yo sé que seguirá extendiendo su mano temblorosa para brindar caramelos a los niños, la mano de quien no pudo nunca acariciar a un hijo propio.
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